jueves, 20 de diciembre de 2012

Invertir el tiempo con eficiencia y paciencia

Se lee en el Ecleseastés, una de las cartas en el Libro de la Tradición Sagrada:
(3) En esta vida todo tiene su momento; hay un tiempo para todo:
Hoy nacemos, mañana morimos; hoy plantamos, mañana cosechamos; hoy herimos, mañana curamos; hoy destruimos, mañana edificamos; hoy lloramos, mañana reímos; hoy guardamos luto, mañana bailamos de gusto; hoy esparcimos piedras, mañana las recogemos; hoy nos abrazamos, mañana nos despedimos;
hoy todo lo ganamos, mañana todo lo perdemos; hoy todo lo guardamos, mañana todo lo tiramos; hoy rompemos, mañana cosemos; hoy callamos, mañana hablamos; hoy amamos, mañana odiamos; hoy tenemos guerra, mañana tenemos paz.

Refiere esta cita, la reflexión de un importante pensador, sobre algo que todos y todas tienen por igual: el tiempo, en una configuración infinita de posibilidades para administrarlo, mientras se posee vida y capacidad de asombro para desarrollarse.

Y en momentos de globalización, cuando se habla de objetivos y competitividad, importa no resultados en masa, sino el valor agregado que se tenga de los bienes o servicios que se producen, al sumar calidad que otorgue satisfacción de clientes o usuarios.

¿Cómo amalgamar nuestras funciones profesionales con nuestra vida particular? Partir de una organización básica de esas 24 horas es vital. Existen quienes proponen dividir en forma equitativa cada día de forma tal que se de tiempo de trabajo, de descanso y por último de formación.

Lo anterior claro está, demanda el tomar espacio para administrar de forma efectiva nuestra vida. Claro está, recordando que los hábitos requieren no solo decisión de orientar la voluntad, sino también la valiosa constancia de reclamarse a si mismo o si misma una definición de la misma: "hoy si y mañana también".

Por último, según apuntan algunos entendidos, es igual de valioso tomar unos minutos cada noche, para repasar el día vivido y las acciones realizadas, a fin de desarrollar una capacidad dormida: de aprender a designar la importancia que realmente merecen algunas de nuestas actividades, con relación a otras que solo roban tiempo.

Nunca es tarde para entender que el día está delimitado por una medida y que nuestras vidas son finitas, así pues, lo escrito hace más de 3 mil años puede ser una buena advertencia en nuestro desarrollo: todo tiene un tiempo debajo del sol y, si es así, pues esperar para que cada cosa se de en nuestras vidas, ha de ser un don que no se puede dejar de adquirir.




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